Anna Mendos Muñoz                 





II. crecer





81. c: dir / s recuerdos del pasado – enter [ejecutar],
donde dir tiene como función listar todos los ficheros
y directorios de la ruta cerebral y s
muestra las vivencias almacenadas en memoria a lo largo de la existencia:




82. ningún trauma infantil explícito encontrado:
niña feliz embobada con su hermano, formada con pasión en la igualdad
—totalidad de profesoras hembras excepto un profesor macho—
en la escuela de los duendes azules de tres manzanas de altura:




83. ilustrar para aprender —no acumular—,
escuchar, explorar, preguntar y cuestionar,
—sistema de enseñanza que potenció mi libertad—;
autoevaluación como clave del proceso,




84. tú mismo te tienes que estimar y
apreciar, señalar el valor de lo realizado;
aceptación de la diferencia:
variedad y pluralidad agrandan la conciencia;




85. juegos, colores, pulmones
—experimentos caseros—, barro, ecuaciones,
texturas, canciones, bailes y emociones,
historias, libros, momentos, excursiones:




86. niña feliz en un cuento encantado que abandonada la escuela se volvió malvado:
adolescencia rara y temprana: envidias, rabia, abusos, traición
—modifica de golpe la percepción—; estrella encapsulada se apaga,
mito de origen: la oscuridad —las voces—:




87. junto a Rodya te has rendido, compartes con él su postura
y aceptas sumisa el destino: renuncias ya a los derechos
—al de obrar, al de vida, al de amar—,
son las piezas del engaño para estar en sociedad




88. ¿es por los demás que actúas? no creo que sea verdad,
nunca has estado a la altura de la sencillez con bondad,
remontándote a tu infancia, brilló en ti la crueldad,
sabías como hacer daño, sin baños de sangre, con frialdad;




89. cuando algo te obsesiona, cuando Maquiavelo grita,
cuando les arrancas los ojos, cuando el cerebro chirría:
tu mente finge dulzura, grandes propósitos, humanidad
pero sigue siendo oscura, retorcida, sin piedad;




90. incomprensión que opaca el brillo,
supervivencia ejecuta protección
—bienvenida al periodo glacial,
la estrella se cubre de escarcha—:









91. llegan ráfagas de nieve a través del cristal, las corrientes de aire impulsan
partículas heladas que se frenan ingrávidas ante a los ojos: arrogantes
pintan curvas en pendientes imposibles, trazan remolinos en sinergias incansables
y planean vencedoras antes de reposar al final









92.  —geometrías fractales suspensas ante la vista—, es el espectáculo infinito:
la perfección gélida se muestra omnipresente ganando la batalla: feliz en tu día, 
estrella de nieve, que paraliza la persona
y empaña los vidrios del que curiosea y se asoma;




93. frío de invierno que dio paso a la vida en desazón,
la vida sin pasión —vida conforme sin reaccionar—
la vida con reproches, la vida de ambición
—vida truncada que no puede amar—




94. la vida en un sueño, la vida de ilusión
—vida que huye sin permanecer—
la vida en un rodeo, la vida de un anhelo
—vida encogida viéndose crecer—;









95. estoy dentro de una habitación que disminuye, se cierra de un golpe la puerta 
¿Dónde empieza el viento? —Tono, es donde mueren las respuestas—:
se ha despertado a media noche con los espasmos de las persianas
y un silbido viajante que ruge de pronto para callar al final




96. —periódicamente pero sin pauta— el cuerpo se le ha intranquilizado,
sus ojos ven la oscuridad y al sol aún le falta:
ha decidido que debe seguir descansando
—se ha puesto unos tapones de espuma, la cara contra el colchón




97. y ha vuelto a dormir—; se ha despertado cansada,
envuelta en sudor, la mañana clara, a ratos soleada;
al quitarse los tapones
el viento le ha devuelto a la última realidad




98. y entonces es cuando ha empezado la procesión de bienvenida:
sus pensamientos son periódicos pero sin pauta,
le silba el interior del centro de la cabeza,
a ratos ruge de golpe para callar al final;




99. calma y tensión que se extrapola a su cuerpo
—condiciona su actividad en la expectativa constante de aleatoriedad—
sí, definitivamente, hace un día de viento también para ella:
ella volátil (exhausta yo): le grito al viento para callarlo:




100. silencio, silencio sin proyectar,
silencio, silencio para asimilar,
silencio, silencio sin dispersar,
silencio, silencio para madurar









101. —pues viviendo deprisa se aprende rápido
mas se arriesga uno a no poder frenar,
perderse en el exceso del sin sentido
sin oportunidad de reflexionar—:




102. animalillo al sol quieto —evita el movimiento—,
todas sus funciones pendientes de recibir,
absorber la energía de la fuente que ilumina
—el calor calienta, descongela—:









103. piedras ígneas que abrazan esqueletos
ejército de energía transferida batalla con la rigidez de mil murallas,
se desprenden corazas y ensancha el tórax,
temple que lubrica el engranaje oxidado:




104. salir del letargo de inactividad vital
maquillada de cicatrices, entrar en tiempos de regeneración
—estrella bonita se perdió en la oscuridad de lo banal—,
abre los ojos bella doncella, recibe estos buenos días:




105. despierto en la cama de papá y mamá
con el débil murmullo matutino de la ciudad —es agosto—,
tonos apacibles que preparan desayunos se cuelan a través de la ventana 
abierta de par en par









106. —media vuelta— brisa de cafés y tostadas,
voces tranquilas, perezosas y alegres;
abrazo las sábanas y hundo la cabeza en el cojín, huele a descanso,
un transistor baña el ambiente de energía









107. —media vuelta— veo a través de la ventana
la galería interior: luz tenue blanca,
la luz de ese sueño angustiante que se repitió muchas noches seguidas
—cayendo, cayendo, cayendo—,




108. una galería con luz tenue blanca, cuatro paredes de ladrillos
—cayendo, cayendo, cayendo—,
despertando en la realidad; luz tenue blanca,
ventanas y tendederos con toallas y trajes de baño;









109. el transistor me impulsa hacia la cocina:
entro sin encender la luz, abro la puerta de la galería
y dejo que la luz tenue blanca, de nuevo, permita la visión;
pongo agua a calentar entre sonidos de platos, algún teléfono en la lejanía









110. —la gata entra a saludar con un maullido para desperezarse,
le acaricio el lomo se arquea y se estira, se enreda entre mis pies—,
silba la tetera y añado agua al tomillo,
despierto mi interior con sabor a Mediterráneo;




111. un día más de este feliz verano en casa,
lo paso tranquila entre lecturas, búsquedas y palabras
en una habitación que hace de despacho
—nuevo uso que se adecua al curso de una familia en su rutina—:









112. dos escritorios, un sofá, una butaca donde reflexionar,
el baúl de mimbre, las estanterías se visten con el tiempo de libros,
el muñeco de plastilina, apuntes archivados,
la bola del mundo amarillenta de tantas vueltas que hizo ya,




113. los tres monos y más libros,
montones de papeles repartidos por las superficies, ceniceros;
me siento en la butaca y empiezo a fumar:
la persiana entre bajada deja filtrar una tarde de siesta,









114. la luz cálida de las cuatro se cuela entre los agujeros
texturizándose con el humo que voy exhalando:
se licúa el ambiente y lo atraviesan rayos solares;
juego con el aire soplando las turbulencias y




115. formando nuevas cascadas que se derriten y desvanecen,
la pesadez se apodera de todo mi cuerpo
—la gata sube a mi regazo golpeando con su cabeza mi barbilla
para que bese su nariz y le estruje las orejas,




116. nos contemplamos largo rato,
tantos años de miradas y silencios, de caricias y calor—
un día más de este feliz verano en casa:
anochece despacio, quedan pocos televisores 




117. -voces se intercalan entre publicidades, noticias y variedades-;
voy a la cocina y abro la nevera —nevera familiar de individual temporal,
medio vacía en la plenitud solitaria—,
echo un vistazo al contenido refrigerado y









118.decido en función de la pereza para cocinar y la apetencia del paladar:
hago una cena improvisada fuera del menú de todo el año,
saldrá algo rico
—la gata me pide participar—; avanza la noche:




119. desde el sofá del comedor siento el fresco de las plantas
recién regadas en el balcón:
una pequeña selva verde llena de geranios, cintas, esparragueras,
cactus de múltiples variedades y demás vegetación que




120. me doy cuenta que no puedo nombrar,
el balancín de madera oscura, inmóvil entre las plantas,
me invita a sentarme un rato a observar
—la gata sale conmigo y encuentra una polilla que caza sin más dilación— 









121. pocas luces en las ventanas de los edificios más cercanos,
respiro hondo y me balanceo:
el sonido periódico me complace
mientras mece mis pensamientos;




122. se apaga el día cuando la fuente en la entrada del hotel de enfrente
deja de funcionar— silencio en la ciudad—
de vuelta a la cama matrimonial, me acuesto con un ronquido forastero
que irrumpe a través de la ventana abierta:




123. el vecino impersonal del ascensor deja de ser un extraño
y me da las buenas noches con su melodía vocal —media vuelta—
el aire se ha detenido, la cabeza empieza a desconectar:
saco el seguro de la razón estructurada, la realidad se disuelve,









124. la nada ocupa su lugar, anósmicamente, llega el momento de soñar
—media vuelta— cierro los ojos,
mañana volveré a empezar un día más de este feliz verano,
un verano de ventanas dentro de un sueño con vistas al mar:




125.soy ahora ola de playa San Pedro: suena brava, ruge alto, tiene fuerza:
si la escuchas, te atraviesa; es nocturna y solitaria, infinita:
si la observas, te hipnotiza; trae la magia del reflejo de su cielo:
si la sientes, se te entrega; porque soy (es)









126. creyente en una sociedad pragmática, delgada en el mundo de la obesidad,
sensible en un lugar sin principios, valiente cuando todos se van:
sola por ir a contracorriente —no quiero ir donde va la gente—,
creatividad libre de horarios, esfuerzo constante demente;




127. porque qué es locura y qué es realidad:
locura los que no entienden, realidad los que van más allá;
dice el diccionario RAE que loco es que ha perdido la razón
y que razón es facultad de discurrir,




128. discurrir es inventar, inferir, conjeturar;
entonces digo yo:
loco es aquel que ha perdido la facultad de inventar algo
—cuerda creo entusiasmada—:









129. dinamismo de la pasión —despierta—
impulsividad anima organismo, imaginación y voluntad;
aflujo en la mente,
irradiación con vigor que influye:




130. llega el otoño y soy (es) en la penumbra de un altillo hecho a mano,
es con calidez de un calefactor redondo y rosado,
es en la sordera del murmullo constante del sonido no humano,
es entre el espesor pesado exhalando lo profano, 




131. es paciente en rincón, con libreta y bolígrafo en mano,
Van Gogh es el primero en entrar, le trae girasoles cortados en el campo;
luego es la cebra, suave, blanca, rayada,
a caballo de un guepardo;









132. las luciérnagas pequeñas con sus varitas y acordeones
convocan a los magos y entonces el búho solitario, de espaldas, mirando,
protege lo sagrado: es en casa, no es espacio ni lugar determinado,
su fiel compañero es siempre su mundo inventado;




133. ocaso de colores cálidos —vida que quiere brillar,
llave que relega el olvido de lo esencial—,
darme cuenta que no solo estoy despierta: la doncella se levanta,
estrella coge fuerza y percibe el firmamento, ve su alrededor:









134. el día se oscurece denso, cementado;
corre el viento y la lluvia lo persigue, suena el silencio
entre murmurios de neumático: las cosas están en su sitio,
familiaridad del espacio: naranja caramelo y verde terciopelo




135. —y en las baldosas las olas juegan sin mojar los pies—,
el puerco espín sigue sonriendo entre altares con cera y corazones de ébano;
la lluvia gana e invade el fresco, las cosas están donde siempre,
familiaridad olfativa: madera anciana y polvo permanente









136. —y en los rincones las arañas juegan sin querer tejer—,
el arlequín sigue observando entre lavabos salpicados,
montones de zapatos: relámpagos y truenos: énfasis de clímax:
las cosas están en su sitio, donde siempre:




137. fuera del tiempo estoy en la eternidad
— ... ignora las costumbres, le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza
, Eliseo Diego—;
en este infinito sin límites —la unidad—









138. de asíntotas que tienden a nada
—como funciones racionales sin ser excepcionales—,
bebo del cáliz extraviado,
me rindo a mi misma y venzo una cruzada:




139. saberse amar no es hacer lo que se quiere,
es buscar dentro de uno los temores y atacar;
de poco sirve el terapeuta, de menos buscar evasión
o satisfacción con los demás: el esfuerzo es de uno mismo,









140. no hay dinero que lo pague, sólo tiempo y voluntad;
si quieres ganar al miedo mira a ver lo que rechazas,
ojo a aquello que rehuyes, las excusas que te das:
una vez localizado, encara con valentía y pisa tierra: a volar:

141. cabalgan los cielos mariposas en primavera —las voces se retiran—,
brillo que brilla en la doncella: batalla que acalla
una guerra descarnada, lucha etérea termina, mío es el botín:
pequeños placeres accesibles: vuelvo a




142. —sentir— poner la cara en la barriga de la gata
y respirar profundamente,
ir con la bici por una bajada sin frenar,
preguntar cualquier cosa a papá, 




143. ver crecer vegetación donde no espero encontrarla,
andar por una calle desierta en la noche y escuchar mis pasos,
mirar las nubes desde la ventana —pensar—
pasarme horas metida en los libros,




144. bailar con mi reflejo en espejos familiares,
oír cantar a los pájaros,
mirar como mamá cuida sus plantas,
bañarme en la playa y nadar en un lago, 




145. perderme y descubrirme,
lavarme la cabeza pasados cinco días —soñar—
reconocer un olor familiar que hace tiempo que no huelo,
mear de pie en la ducha,




146. meterme en la cama con el pijama y sábanas limpias
(recién duchada, incluyendo la cabeza),
estar con mi hermano, conectar con una canción
y escucharla infinitas veces, no hacer nada,




147. acariciar y besar a mis abuelas —imaginar—
estornudar más de tres veces seguidas y menos de cinco,
lamerme el bigote sudado, ir en metro,
estar una tarde observando mi habitación,




148. estirarme en un suelo caliente y duro
y hacer crujir la espalda,
meter las manos entre carne picada cruda,
rascarme la cabeza y estirarme el pelo —vivir—:




149. vida al fin recuperada:
lo más cercano dando sentido a mi presencia,
el hogar, una vivienda, la habitación:
espacio sagrado, cuatro paredes de protección;




150. la familia, lo que da permanencia a mi existencia:
¿quien será mi compañero?
quien juegue un juego sin trampa ni cartón,
estás son mis reglas de perpetuación:









151. el amor se juega como lo imaginó John Forbes Nash,
mente brillante atormentada,
descubrió que en juegos no cooperativos
existen equilibrios al cooperar




152. donde todos ganan, el beneficio global
es mayor a la suma del individual
—nadie pierde, se obtiene más—:
su teorema —la vida—




153. requiere supuestos que no todos podrán desarrollar:
hay que ejecutar estrategias sin errores,
los jugadores deben tener inteligencia suficiente
para  deducir sus equilibrios y los de los demás,




154. jugadores que suponen que cambiar su estrategia
no provocará desviaciones en las de los otros;
además, existe conocimiento común
tanto de reglas como supuestos de racionalidad:




155. mirando hacia atrás,
cuatro contrincantes he tenido hasta el momento:
el caso de Egoísmo o, el caso anterior de Locura,
el previo de Inseguridad y el del primero, Adicción:




156. a Egoísmo le faltaba inteligencia para deducir mis equilibrios,
Locura desviaba su estrategia cuando la mía cambiaba,
Inseguridad no conocía las verdaderas reglas del juego, 
Adicción erró en la ejecución;




157. no fue grato clasificar pasados
—en mi experiencia, sí necesario—,
uno logro economista
ha sido racionalizar la partida del amor:




158. para ordenar las penas que había en mi corazón
he tenido que entenderlas y, para entenderlas,
reconocer quien las causó:
analicé mis cuatro partidas y asimilé quien era yo




159. y fue primera victoria de una trayectoria,
encontrar así aceptación en la razón -al mando ahora-
y dar paso a un nuevo concepto:
ser como instrumento de perpetuación:




160. expuestas las reglas, esta es la apuesta:
All-in al equilibrio en cooperación,
pues mi partida más importante en la vida —más que un trabajo o ambición—
es elegir bien con quien voy a jugar mi amor: