prólogo
I. Antes de Ámsterdam: emoción significativa
Inseguridad Ufana
¿Tú me quieres?
Te equivocas.
Yo te quiero (si me quieres).
No estoy seguro.
Sí te quiero.
¿Tú me quieres?
Te confundes.
Yo te quiero (cuando quiero).
No estoy seguro.
No te quiero.
II. Primera semana: espacios concluyentes
Cees es el investigador de la VU Ámsterdam con el que voy a colaborar para realizar uno de los artículos de la tesis. Lo conocí en un seminario que realizó en Barcelona sobre el uso de los servicios sanitarios. Cuando me concedieron por segundo año consecutivo la beca para realizar una estancia de investigación en una universidad extranjera, me acordé de la ciudad de su tarjeta. Aquí estoy. Cees me presenta a la gente del departamento con la que siento poca afinidad visual y, seguidamente, la secretaria me acompaña al que será mi espacio de trabajo. Está en otro edificio, es una zona apartada. Un sexto piso donde hay despachos desocupados a lo largo de un pasillo que permite la visión en perspectiva. Me abre la puerta del cubículo productivo y me da un teléfono para que la pueda localizar. Por la ventana, cielo nublado y vistas a una zona industrial. Espacio de fantasmas donde la soledad se me pega a cada poro de la piel. Bienvenidos a Schhhhlandia, aislamiento en la cuadrícula vacía que, durante tres meses, será mi compañía para investigar en el avance en la utilización eficiente de los servicios sociales dentro de un marco de aumento de la productividad.
Ya he dicho que sí, esta vez soy consecuente con mis decisiones.
Mireia es hija de un profesor del colegio donde da clases mamá, alquila habitaciones de su casa. Casa por función, pero arquitectónicamente se trata de una antigua tienda de comestibles. Al entrar a pie de calle, un living-room que tiene por ventanal el escaparate. Sobrio, una mesa y unas sillas, la bicicleta de Jake. Accedemos por una puerta al resto de las estancias. Un baño, una cocina, otro living-room más cálido —con un sofá— da a su habitación y a un porche cubierto donde hay una mesa de billar. A través de la cristalera del porche se ve un jardín trasero, húmedo, lleno de hojas caídas. El color de Ámsterdam en otoño. Rojos y amarillos, morados y marrones. Le comunico a Mireia que sí, que me encanta el lugar y que me quedaré la habitación —habitación que no he visto todavía pero doy por supuesto que me va a gustar—. Al lado del baño, otra puerta por la que mi anfitriona me invita a ir a mi habitación. Al abrirla, unas escaleras de madera forradas con un plástico ajedrezado, escaleras con una inclinación de vértigo por las que se vislumbra un final de oscuridad. Espacio opresivo. Bienvenidos a Zulolandia, puerta del sótano que, durante tres meses, será mi lugar para descansar, nido de sueños: habitación sin ventanas, pared azul, moqueta gris y fluorescente de intensidad blanquecina.
Ya he dicho que sí, esta vez soy consecuente con mis decisiones.
III. Segunda semana: conceptualización explosiva
He realizado una abstracción del juego de las matrículas. Finales de los 80’s, mientras vuelvo a casa del colegio andando por la carretera de Sants con una compañera de clase que pregunta: ¿Te sabes el juego de las matrículas? No. Dime qué día has nacido. El 26 de mayo. Vale, tu número es el 4, que es el número de unidades que falta para llegar al siguiente 0. Cuando veas una matrícula con dos 4 consecutivos, el chico que te gusta está pensando en ti, cuando sea con tres 4 consecutivos, quiere decir que le gustas y cuando toda la matrícula esté formada por 4, significa que está enamorado de ti. ¿¡Sí!? ¿De verdad? En los Países Bajos no hay matrículas de cuatro dígitos numéricos y, cuando veo una de dos cuatros consecutivos, me invade igual sensación de bienestar y calidez que cuando las veo en Barcelona de cuatro cuatros —mis ojos sonríen siempre felices ante su visión. Es mi fuente de endorfinas natural—. Nuevas reglas: cuando veas un conjunto numérico en el cual dos cuartas partes de sus dígitos sean 4 y estén consecutivos, el chico que te gusta está pensando en ti, cuando tres cuartas partes de sus dígitos sean 4 y estén consecutivos, quiere decir que le gustas y cuando todo el conjunto numérico esté formado por 4, significa que está enamorado de ti.
BOOM
¿Quién es el que escucha tus anhelos y te manda señales? Alguien/Algo se está intentando comunicar contigo. ¿Eres Tú? Tiene que haber un sentido para que veas tantos cuatros ¿Por qué? ¿Es porque tienes que ser fuerte y seguir creyendo que es posible? No pueden estar ahí por CASUALIDAD. Cuestiona lo aparente. La casualidad. Aquello que el inconsciente detecta para el consciente a fin que éste sistematice la causalidad.
Cazadora de cuatros en matrículas, en teléfonos, anuncios, bases de datos. El cuerpo está en constante agitación sin el uso de sustancias adicionales. Bases de datos que han dejado de tener sentido. ¿Ciencia económica? Datos facilitados por realidades individuales. ¿Cómo comparar semejantes con una información proporcionada dependiente de la propia visión? ¿De verdad te tienes que creer eso? ¿Por qué estás aquí? Tú no eres como ellos. Mírate, ya no puedes leer ni una palabra más de sus artículos. Te parecen todos iguales. Bla bla bla bla. RING, RING, llaman. ¿Diga? Aburrimiento al habla —rotura de la automotivación doctoral = tambaleo de las expectativas proyectadas = cuestionamiento de las decisiones tomadas = duda sobre la propia existencia = búsqueda de mi verdad universal—. Muy bien, piensa. Empieza por el principio. Imaginar es dirigir la energía. Todo lo bueno requiere un esfuerzo y el amor es lo mejor que tenemos. Si los hechos que observas no te ayudan a comprender, intenta ampliar lo que miras. Eres investigadora, al fin y al cabo. Entra en la biblioteca universal online y empieza a navegar —entrada de Google: cuatro. Click en imágenes. Selecciona una imagen ¿ALEATORIAMENTE? del muestrario de contenidos—. Déjate llevar, fluye. Y te absorbe una página web en la que el siguiente texto da una explicación:
“Símbolos y signos de lo sagrado, el cuatro: Corresponde al concepto de totalidad, de algo que está completo. Era la protección universal. Cuatro eran los pilares que sujetaban el cielo, los hijos de Horus, los cuatro vientos e incluso algunas divinidades podían representarse con cuatro cabezas. Los puntos cardinales también eran cuatro; por ello el rey debía lanzar cuatro aves hacia esos lugares para que todo el cosmos tuviera noticia de sus hazañas. Los egipcios entendían que las razas humanas estaban divididas en cuatro: nubios, libios, asiáticos y egipcios. Ciertos objetos litúrgicos, como los cofres Meret se ofrendaban cuatro veces pero, además, aparecen en conjuntos de 4 y llevan cuatro plumas en la parte superior. Los cofres simbolizaban las cuatro esquinas de la tierra, los cuatro puntos cardinales y en época tardía, al Egipto unificado. Por lo que el cuatro simboliza la inmensidad del espacio. Algunas ceremonias se repetían cuatro veces para que su magia llegara a los confines del mundo.”
Protección universal. ¿El universo te protege y se comunica contigo mediante los cuatros? ¿TÚ? ¿Tú eres destino del mensaje de Dios? No puede ser, YO no soy nadie, ¿para que todas estas manipulaciones de una realidad aparente? La esencia del juego es la búsqueda del AMOR. ¿Qué es el amor? Nacer, crecer, reproducirse y morir. ¡Hazlo simple! Los cuatro representan la esperanza para no dejar de creer en la que es tu próxima tarea como HEMBRA entrada en esta etapa de la VIDA: la reproducción. Claro, el universo te protege para que te reproduzcas. Esa es tu finalidad. Tienes que reproducirte. El fruto que salga de ti es aquello que debe suceder. Inmensidad del espacio, lo que está completo. Eres la MADRE del nuevo Mesías. Y se para el tiempo y el éxtasis me ha alcanzado. Y luego caigo avergonzada y lloro. ENTIENDO.